O cómo caer una y otra vez de bruces en el barro.
Seguida de la de Jung, he leído otra autobiografía completamente en las antípodas: las andanzas del grupo de glam metal Mötley Crüe contadas por ellos mismos. El libro me ha dejado excitada y pensativa, y para decirlo sencillamente: me ha encantado.
Yo esperaba, sin mucha confianza, un conglomerado de anécdotas sobradas, de esas que los fans del rock absorben y repiten a pie de barra de bar. “Los trapos sucios” es doscientas veces más que eso. Más allá de las anecdotas, se enredan en las palabras de los cuatro protagonistas, testimonios sobre las adicciones (con una profusa dosis de escatología ¡bien!) y los tortuosos caminos de la desintoxicación, no sólo en el sentido físico, sino también psicológico. Es apasionante observar el entendimiento paulatino de ciertas cuestiones en torno al fracaso, la familia o la ambición que estos cuatro “elementos” van adquiriendo a lo largo del libro. Vertiginoso y adictivo, “Los trapos sucios” es muy probablemente una de las mejores biografías que me he metido.
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