Zola meets Edgar Allan Poe.
Me enfrentaba al Zola de ‘El vientre de París’ con la pachorra de acometer un clásico (con las connotaciones de tranquilidad y confortabilidad que “el clásico” parece ofrecer) que desgranaría, al estilo naturalista, algunos ambientes y atmósferas de corte un poquitín sórdido desde el enfoque psicológico de unos personajes que – habiendo visto la película de Carné – presumiblemente eran una pareja de enamorados con obtáculos para materializar su amor… Nada de eso es Teresa Raquin. Me la leí sin avisar y lo he pagado.
Una novela cruda, fisiológica y asfixiante, llena de alucinaciones escatológicas, un texto donde la palabra ‘horror’ se repite más de 50 veces (comprobado). No sé si es que me metí demasiado, pero al final acabé leyéndome el libro a toda prisa para que el vívido tormento. acabara lo antes posible. No quiero decir mucho más: una grata y horrenda sopresa a partes iguales, de obligatoria lectura. Ya estás tardando en pillarla por 3 euros en el rastro.
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